Me quedé sin palabras en ese momento. Miré a todo el mundo con cierta expresión de lástima en los ojos, sin entender el significado de lo que me decían. Moví por inercia mi cabeza, como perdonando a todo aquél que participó de la escena, y soltando un gran y meditabundo suspiro, caminé. Un paso siguió al otro hasta llegar a un lugar donde nadie me veía. Cuando ya no supe si quiera dónde estaba, caí sobre mis rodillas y conversé con Dios.

miércoles, 22 de febrero de 2012

No dejaste de brillar


Ya no se pudo,
ardían los ojos y se cerraron,
al hacerlo mi equilibrio
tambealaba, dudaba,
excedido el brillo, ya casi
no veía mis manos,
no veía mis pies,
tu caminaste, y yo ciega
(y no se hasta que punto)
también caminé.
Años, cordilleras, nacimientos,
un fragmento de luz en la retina,
ojos tímidos, traumatizados
eternamente ¡Brillando!
di la vuelta al mundo y nos encontramos,
y ahora despiertan,
pensando estar listos ¡Mirando!
Si antes eras un destello
ahora el sol no tiene significado,
ya no existen mis manos,
ni mis pies, ni ojos que miren
Todo ¡Todo! se ha cegado.

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