Me quedé sin palabras en ese momento. Miré a todo el mundo con cierta expresión de lástima en los ojos, sin entender el significado de lo que me decían. Moví por inercia mi cabeza, como perdonando a todo aquél que participó de la escena, y soltando un gran y meditabundo suspiro, caminé. Un paso siguió al otro hasta llegar a un lugar donde nadie me veía. Cuando ya no supe si quiera dónde estaba, caí sobre mis rodillas y conversé con Dios.

viernes, 14 de marzo de 2014

La jovencita.


La Jovencita



Verano. La niña, como acostumbran todos los niños, iba corriendo muy rápido, pero con los ojos completamente vendados; Un pañuelo de tela gruesa, apretado a punto de yaga en las cienes, en ocasiones sangre, a veces pura risa. No dolía. A la tela del pañuelo se le daba por ser muy brillante, dicen que años atrás relucía más que un par de ojos de color elegante, razón por la cual nadie quería ver sus ojos sino la tela sobre ellos ¿Quién no ha querido alguna vez aún conservar los ojos vendados? No importa, la tela ahora estaba roñosa, a punto de caer. La niña ya podía ver un poco entre las fibras.  

El lugar estaba repleto de personas, de ánimos sin ánimo, de sonrisas sin risa y muchos ¡Muchos! pensamientos. El trote de la niña comenzaba a decaer a medida que, ahora con la vista casi liberada, advertía lo poco útil de correr si a nadie realmente le impresiona. Nadie realmente quería verla jugando, sintió el aburrimiento de todos presionarle tan fuerte la cabeza que de una vez por todas el pañuelo terminó por caer. Intentó recuperarlo pero ya era muy tarde, al voltear para recogerlo se dio cuenta que ya se había volado, y que en el aire, los hilos fueron separados y se esparcieron por el cielo.  

Entre carrera y carrera se le había caído la inocencia del bolsillo, no lo notó sino hasta que hurgó en su pantalón buscando un par de respuestas que tampoco estaban. Ahora que podía ver, pensó, podría ir por la arena buscando aquello que había perdido, y sin pensarlo mucho ... caminó. 

Se encontró a sí misma en la orilla de un río. La gente muy lejana. Miró hacia el cielo y de pronto los payasitos que componían el diseño de su ropa se acaloraron con el sol inmenso que los cubría. La niña sintió el peso de su calor y quiso nadar un rato ¡Que suerte que ando con mi traje de baño! y se quitó la ropa. La gente seguía lejana. 

La niña dio un par de pasos y al fin sus pies sintieron el agua que como una mano fría le daban un ligero masaje brindando alivio. Un par de pasos más allá y el agua llegaba casi a las rodillas, sintió miedo. Se detuvo a mirar la profundidad del agua por un rato y se vio a sí misma en el reflejo, pero como nunca acostumbró a mirar la superficie se dio cuenta que más allá, bajo el agua, había arena sospechosa, de ese tipo de arena que parece estar escondiendo algo. Se puso en sus rodillas y metió las manos con un poco de reticencia... escarbó. Y así fue como la niña se encontró una vergüenza, que alguien antes ya había enterrado allí. 

La vergüenza era pequeñita, a penas si se notaba entre las curvas del agua; tenía un aspecto parecido al mercurio, metálico, frío, podías ver un poco de ti sobre su envoltorio que parece un espejo; Y así como el mercurio se absorbía también por los poros de la piel. Rápidamente la niña se dio cuenta que la vergüenza que se encontró era veloz. La gente se acercó. La niña no quería que nadie más viera lo que estaba pasando y en un acto desesperado para esconderlo, puso la vergüenza en su boca y se la tragó. Se metió más adentro en el río. 

Las conversaciones, los susurros, las risas que antes no parecían estar ahí, el angulo de la luz sobre su piel y el color que le daba, todo aquello nunca le llamó la atención se intensificó. De pronto a la niña le comenzaron a doler los oídos, combinaciones maléficas de el sonido que hacía su nombre al ser pronunciado por personas que la observaban sumado a una carcajada ácida de alguien que parecía estar buscando hacerle heridas con los ojos, le calaban de forma tan aguda que no pudo resistir.  Buscó alejarse.  Allá en el fondo del río volvió a mirar el agua, buscaba algún tipo de consuelo que alguien también hubiese dejado por allí escondido pero fue inútil. Todo lo que podía ver ahora era la superficie, la insidiosa superficie del agua que no hacía más que reflejarla con burla, una burla de esas amargas con lágrimas en los ojos de quién la goza y de quién la sufre. Por primera vez se dedicó a mirarse. 

Antes no era deforme, pensó ¿O si? Pero las risas ¡Pero las risas! y las ondas del agua ... Su imagen nunca antes había parecido ser algo tan retorcido, tan mal hecho. Se dio vuelta. La gente la abrumaba, la gente estaba en el agua con ella y le pegaba, le metían cosas por los oídos, por los ojos... por los pensamientos. En ese momento se dio cuenta que nadie podía ver la vergüenza en ella, pero la vergüenza era TODO lo que ella podía ver. De pronto sintió como crecía dentro de sus entrañas, la cubría completa, saludaba por sus mejillas ardientes. Duele, presiona, ahoga, espanta ¡Mata! y no se va...

Invierno. Ha vuelto al mismo lugar.  Ahora solo le acompañan los sonidos amigables del vacío y del viento que alberga en su invisibilidad, la amistosa seguridad del pañuelo que en tiempos pasados pudo protegerla... Un abrigo la envuelve y oculta desde el cuello hasta los tobillos. Por primera vez en el año siente paz.  El viento que viene viajando de los lugares más fríos canta congelante al rededor de ella, invitándola a entrar una vez más, una última vez, a las aguas del río que una vez tan bien conoció.  Sus pies entran confiados, firmes, un paso sigue al otro hasta llegar a lo más profundo. Sus mejillas brillan rosadas pero esta vez de felicidad. Nota como el hielo comienza a fundirse con el agua hasta crear una capa gruesa, brillante, suave, que protege todo lo que hay debajo de él. El viento sopla más fuerte y finalmente lo entiende... Ha vuelto, el aire le está devolviendo aquello que había perdido. Ella entra aún más, se recuesta y espera a que el hielo le cubra los ojos y la haga sentir nuevamente segura, allí en el río, como antes, la jovencita. 

   

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